Una novela que te hará reír, llorar, y cambiar tu mirada sobre la vida.

Un camino hacia el pasado para recuperar el presente.

Un viaje por la vida.

ISBN eBook en ePub: 978-84-686-7778-1


  • ISBN eBook ePub: 978-84-686-7778-1

martes, 23 de abril de 2013

FRAGMENTO 3

El inicio de una carta de Víctor, una reflexión


  Aunque siempre afirman lo contrario, escribir sobre uno mismo es lo más fácil que existe. ¿Quién sino uno se conoce a si mismo?  ¿Quién sabe si estás pensando blanco cuando dices negro? ¿A quién es al único al que no le puedes ocultar tus lágrimas cuando esbozas tu más amplia sonrisa?
  Lo difícil es escribir sobre uno mismo pensando en que lo pueden leer los demás, porque deja de preocuparnos lo que sentimos y pasa a cobrar más importancia lo que se supone que debemos sentir.
  No nos importa tener una herida en el culo cuando vamos al médico, pero nunca le enseñaremos unos calzoncillos rotos. ¿Y que decir de las fracturas del alma? En ocasiones, nosotros mismos pretendemos ignorarlas, pero nunca funciona.
  Vivimos en una sociedad tan superficial que la mayor parte de nuestra vida la pasamos comportándonos tal y como los demás quieren vernos, soñando con poder sacar algún día lo que realmente somos.
  Normalmente, resulta mucho más fácil escribir o hablar de los otros. Simplemente tenemos que sacar a pasear sus defectos, y si topamos con algún desgraciado que tiene pocos, siempre podremos añadir alguno de los que a nosotros mismos nos sobran.
  Continuamente me he reído de los juicios que sobre mi han hecho los demás. Todos han pretendido conocerme mejor que yo mismo. Pero son muy pocos, yo casi diría que ninguno, al que le he permitido nunca asomarse a mi auténtica personalidad. No lo he hecho solamente por pudor, que también un poco, sino por principios. En este mundo en el que vivimos uno no puede ir desnudo por la calle, mostrando sus debilidades. El amigo a quién hoy confías los secretos más profundos de tu alma, mañana puede convertirse en el más cruel Bruto que te clave el puñal en la herida abierta.
  Para otros, en cambio, esos que te necesitan, los que intentan construir su edificio apoyándose en tu propia fortaleza, para esos no puedes abrir las ventanas de tu interior. Sería muy cruel dejarles ver que los muros sobre los que se posan son a veces más inestables que los suyos propios.
  El esperpento de mi mismo que a lo largo de mi vida he ido construyendo al final ha terminado ganándome la partida. Ha usurpado mi puesto en todos los terrenos, y ha conseguido que Víctor sólo exista recluido en el interior de mi cabeza. Incluso muchas veces me ha hecho dudar, ¿quién es el auténtico Víctor: el de fuera, o el de dentro? Y además, si quién siempre termina gobernando mi vida es el muñeco de barro, ¿para qué sirve mi auténtico yo?
  Ahora que ya no me queda tiempo, lloro por el pobre Víctor. El que pude ser, al que ya no recuerdo cuando empecé a anular porque no me convenía. Y si lloro por él, lo hago sabiendo que ha sido un cobarde que ha preferido vivir oculto antes que enfrentarse a sus propios temores.




No hay comentarios:

Publicar un comentario