Os adjunto la
entrevista que me ha realizado Bubok con motivo de la publicación de la 2ª
Edición de La Sonrisa de la Magdalena:
Podéis encontrarla en
el enlace original de la editorial:
O seguir leyendo.
Hablamos con Oscar da Cunha,
coautor de Mi
infierno eres tú, ganadora del I Concurso Bubok – La Factoría de
ideas, que publica ahora una nueva edición de su primera novela, La
sonrisa de la Magdalena, disponible
en Bubok y cientos de plataformas más. ¿Quieres conocer más sobre el
autor, la obra y el proceso creativo? No te pierdas la entrevista.
La sonrisa de la Magdalena es tu primera novela, ¿qué te movió a escribirla?
Creo que todos, a partir de cierta de edad, llevamos una historia dentro de nuestra memoria, y está formada por una amalgama compuesta por nuestras propias experiencias más la distorsión de la realidad que nos proporciona la imaginación. Intentar mezclar ambos elementos, lo que fue y lo que pudo ser, buscar las combinaciones entre qué y cómo has vivido, y enfrentarlas a cómo hubiera sido todo en circunstancias diferentes, recreándolas en personajes que me hubiera gustado que formaran parte de esa memoria, me pareció una idea fascinante. Siempre me ha gustado escribir, para pequeños círculos a los que he pertenecido, pequeñas narraciones que, partiendo de una realidad se apoyaran en la fantasía; y al revés, trabajar con mitos y utopías hasta que se cerrasen con una imagen real.
La decisión de construir un relato de largo recorrido, como es una novela (aunque la idea me rondaba desde hacía tiempo como un reto al que nunca me había enfrentado), se hizo firme una noche de fin de año, la famosa noche del milenio. Sentado con mi mujer sobre la playa de Isla Cristina (uno de los escenarios determinantes en la obra) y escuchando llegar desde el pueblo las últimas campanadas de siglo XX, se lo dije: tengo una historia que quiero contar, no sé si alguien la leerá o no, pero yo necesito escribirla, por lo menos contármela a mí mismo. Y me la empecé a contar.
¿Cómo resultó el proceso de escritura?
¿Qué recomendaciones darías a quien se enfrenta por primera vez a esta tarea?
Antes de comenzar el proceso de escritura propiamente dicho, tracé un esquema incial (siempre lo hago), en el que se reflejaran los escenarios, los personajes, la trama y las ideas principales que quería trasmitir. Creo que resulta básico antes de empezar a teclear, porque muchas veces la imaginación te usurpa la personalidad y es conveniente tener prefijados los objetivos a los que quieres llegar para mantener la coherencia a lo largo del relato. A partir de ahí y con las ideas preparadas, la escritura de “La Sonrisa de la Magdalena” fue un viaje en el que, y sin darme cuenta, me convertí más en espectador que en autor. Llegó un momento en el que los personajes dejaron de ser ficción, pasaron a convivir conmigo y sugerirme cosas que no estaban en el proyecto previo. Me convencieron y yo me limité a seguirles la corriente. (¿He hablado de un esquema inicial? Eso fue motivo de muchas discusiones entre los personajes y yo).
Para quienes sientan la necesidad de contar, de escribir una novela, les aconsejaría que antes se lo pensaran varias veces. Y si se lanzan, que lo hagan preparados para vivir dos vidas cada día. La real, la que te da de comer (como es mi caso), y la fantástica. En esta última tienes que acomodarte a la forma de pensar de cada uno de tus personajes, en su situación y sus circunstancias. Tienes que sacrificar lo que harías y cómo, pensando en lo que harían y cómo, ellos. Pero lo más importante del proceso es disfrutarlo, para eso te tienen que atraer los retos, estar dispuesto a sacrificar horas de ocio, de sueño, incluso robárselas a la propia familia. Y sobre todo escribir lo que te gustaría leer y cómo te gustaría hacerlo, nunca pensando en que puedas ser leído. Siempre habrá jueces que aplaudan o denosten tu trabajo. Como es imposible gustar a todo el mundo, por lo menos gústate a ti mismo.
Antes de comenzar el proceso de escritura propiamente dicho, tracé un esquema incial (siempre lo hago), en el que se reflejaran los escenarios, los personajes, la trama y las ideas principales que quería trasmitir. Creo que resulta básico antes de empezar a teclear, porque muchas veces la imaginación te usurpa la personalidad y es conveniente tener prefijados los objetivos a los que quieres llegar para mantener la coherencia a lo largo del relato. A partir de ahí y con las ideas preparadas, la escritura de “La Sonrisa de la Magdalena” fue un viaje en el que, y sin darme cuenta, me convertí más en espectador que en autor. Llegó un momento en el que los personajes dejaron de ser ficción, pasaron a convivir conmigo y sugerirme cosas que no estaban en el proyecto previo. Me convencieron y yo me limité a seguirles la corriente. (¿He hablado de un esquema inicial? Eso fue motivo de muchas discusiones entre los personajes y yo).
Para quienes sientan la necesidad de contar, de escribir una novela, les aconsejaría que antes se lo pensaran varias veces. Y si se lanzan, que lo hagan preparados para vivir dos vidas cada día. La real, la que te da de comer (como es mi caso), y la fantástica. En esta última tienes que acomodarte a la forma de pensar de cada uno de tus personajes, en su situación y sus circunstancias. Tienes que sacrificar lo que harías y cómo, pensando en lo que harían y cómo, ellos. Pero lo más importante del proceso es disfrutarlo, para eso te tienen que atraer los retos, estar dispuesto a sacrificar horas de ocio, de sueño, incluso robárselas a la propia familia. Y sobre todo escribir lo que te gustaría leer y cómo te gustaría hacerlo, nunca pensando en que puedas ser leído. Siempre habrá jueces que aplaudan o denosten tu trabajo. Como es imposible gustar a todo el mundo, por lo menos gústate a ti mismo.
En Mi infierno eres
tú la escritura se llevó a cabo a dos manos. ¿Resulta muy diferente
trabajar de esta manera?
Por supuesto que varía, aunque las premisas principales son las mismas, pero en ese caso hay un elemento, más aún que los propios personajes, que te sorprende. Es la otra «voz» que va componiendo el relato. Antes he citado que los personajes, llegado un momento, adquieren su propia identidad, ahora añadiría que son diferentes variaciones de tu propia personalidad y que las descubres cuando te desnudas escribiendo. Pero si a eso le añadimos que “al otro” le sucede lo mismo, la cosa se complica mucho. El trabajo de conseguir que todos esos elementos encajen resulta más complicado. Acompasarse, pero sin perder el carácter que cada autor pretende imprimir a sus fragmentos, no es nada fácil. Sobre todo cuando ambos escritores nos encontrábamos a muchos kilómetros de distancia, más aún cuando decidimos comenzar el proyecto sin conocernos personalmente. Sin saber si nos gustaría el talante, la forma de expresar que la otra parte iba componiendo o si terminaríamos tirándonos los folios a la cabeza. Pero he tenido la suerte, y esto no le pasa a todo el mundo, de coincidir con una gran mujer como es Milagros. Su enorme experiencia en muchos ámbitos de la vida ha conseguido acomodar debidamente a cada uno de sus personajes en su butaca, y eso me facilitaba a mí la tarea. Algunos me han preguntado si se pierde algo de libertad para expresarse, y no ha sido así. Desde el principio establecimos que cada uno se tirase a su piscina con todas las consecuencias. Yo sólo puedo añadir que Milagros me ha enriquecido con su saber hacer, con ella he sido un ladrón que ha procurado superarse observándola. Y ella me lo ha permitido.
Por supuesto que varía, aunque las premisas principales son las mismas, pero en ese caso hay un elemento, más aún que los propios personajes, que te sorprende. Es la otra «voz» que va componiendo el relato. Antes he citado que los personajes, llegado un momento, adquieren su propia identidad, ahora añadiría que son diferentes variaciones de tu propia personalidad y que las descubres cuando te desnudas escribiendo. Pero si a eso le añadimos que “al otro” le sucede lo mismo, la cosa se complica mucho. El trabajo de conseguir que todos esos elementos encajen resulta más complicado. Acompasarse, pero sin perder el carácter que cada autor pretende imprimir a sus fragmentos, no es nada fácil. Sobre todo cuando ambos escritores nos encontrábamos a muchos kilómetros de distancia, más aún cuando decidimos comenzar el proyecto sin conocernos personalmente. Sin saber si nos gustaría el talante, la forma de expresar que la otra parte iba componiendo o si terminaríamos tirándonos los folios a la cabeza. Pero he tenido la suerte, y esto no le pasa a todo el mundo, de coincidir con una gran mujer como es Milagros. Su enorme experiencia en muchos ámbitos de la vida ha conseguido acomodar debidamente a cada uno de sus personajes en su butaca, y eso me facilitaba a mí la tarea. Algunos me han preguntado si se pierde algo de libertad para expresarse, y no ha sido así. Desde el principio establecimos que cada uno se tirase a su piscina con todas las consecuencias. Yo sólo puedo añadir que Milagros me ha enriquecido con su saber hacer, con ella he sido un ladrón que ha procurado superarse observándola. Y ella me lo ha permitido.
Háblanos de los personajes y lugares de La sonrisa
de la Magdalena. ¿Qué pueden esperar los lectores?
Ningún personaje es anodino, ni siquiera Telesio, ese chucho convertido en la voz de la conciencia del protagonista masculino, muchos lo buscan por la calle pero lamento darles un disgusto. Telesio existió en forma de perrita y yo tuve la suerte de conocerla, aunque no era mía pasó largas temporadas conmigo e inspiró al personaje, pero como les sucede a las grandes personas, sólo se murió, aunque siga entre nosotros. A cada personaje he intentado encajarlo en defectos o virtudes que son habituales, porque lo más habitual en esta vida suele ser la parte insólita que cada uno llevamos dentro, y todos conocemos individuos que hacen de su vida una novela, esos son los personajes de La sonrisa de la Magdalena. Cualquiera con quien nos cruzásemos por la calle podría ser Palas, Alba, Víctor…, se trata de convencerles para que se dejen conocer; eso he hecho con ellos. No encontraremos en ninguno particularidades que los diferencien de alguien a quien conozcamos o a nosotros mismos. Por ello a cada lector no le resulta extraño encontrar su propio hueco, su propia piel cubriendo la de algún actor del elenco. Y por los comentarios que ya he recibido, todos, en algún momento, parecen sentirse aludidos. Se trataba de implicar al lector.
Los escenarios, salvo alguna excepción, todos son reales. Para eso he tirado del disco duro de mi memoria. Son lugares que me han marcado por alguna razón, el paisaje o el paisanaje, lo que viví en ellos o lo que soñé, cómo los vi y cómo los imaginé. Quería encontrarme a gusto en cada pasaje de la novela y para ello, la fórmula ideal, la mejor manera de pensar como cada personaje, era situarme en ambientes que no me resultaran desconocidos. Evocar las sensaciones que experimenté cuando llegué a ellos por primera vez, e intentar que el lector los vea y los viva. Sé que he empujado a más de uno a conocer esos lugares, a buscar en ellos lo que sintieron cuando, leyendo la novela, se identificaron con algún personaje. Alguno se ha encontrado a sí mismo, y se ha llevado una alegría.
Ningún personaje es anodino, ni siquiera Telesio, ese chucho convertido en la voz de la conciencia del protagonista masculino, muchos lo buscan por la calle pero lamento darles un disgusto. Telesio existió en forma de perrita y yo tuve la suerte de conocerla, aunque no era mía pasó largas temporadas conmigo e inspiró al personaje, pero como les sucede a las grandes personas, sólo se murió, aunque siga entre nosotros. A cada personaje he intentado encajarlo en defectos o virtudes que son habituales, porque lo más habitual en esta vida suele ser la parte insólita que cada uno llevamos dentro, y todos conocemos individuos que hacen de su vida una novela, esos son los personajes de La sonrisa de la Magdalena. Cualquiera con quien nos cruzásemos por la calle podría ser Palas, Alba, Víctor…, se trata de convencerles para que se dejen conocer; eso he hecho con ellos. No encontraremos en ninguno particularidades que los diferencien de alguien a quien conozcamos o a nosotros mismos. Por ello a cada lector no le resulta extraño encontrar su propio hueco, su propia piel cubriendo la de algún actor del elenco. Y por los comentarios que ya he recibido, todos, en algún momento, parecen sentirse aludidos. Se trataba de implicar al lector.
Los escenarios, salvo alguna excepción, todos son reales. Para eso he tirado del disco duro de mi memoria. Son lugares que me han marcado por alguna razón, el paisaje o el paisanaje, lo que viví en ellos o lo que soñé, cómo los vi y cómo los imaginé. Quería encontrarme a gusto en cada pasaje de la novela y para ello, la fórmula ideal, la mejor manera de pensar como cada personaje, era situarme en ambientes que no me resultaran desconocidos. Evocar las sensaciones que experimenté cuando llegué a ellos por primera vez, e intentar que el lector los vea y los viva. Sé que he empujado a más de uno a conocer esos lugares, a buscar en ellos lo que sintieron cuando, leyendo la novela, se identificaron con algún personaje. Alguno se ha encontrado a sí mismo, y se ha llevado una alegría.
¿Por qué deberíamos leer La sonrisa de
la Magdalena?
Porque no decepciona. Porque nos hace soñar y a la vez reflexionar. Porque está escrita de una manera sencilla que es la mejor forma de explicar lo complejos que somos los humanos. Podría seguir añadiendo muchos porqués, pero para mí el más importante es el que me trasmitieron cuantos leyeron la primera edición: «La empiezas y no puedes soltarla hasta el final». Algo tendrá, yo ya me la leído varias veces y me sigue gustando.
¡Ah! También hay quien me ha comentado que la tiene como libro de cabecera, pero quizá no sirva su ejemplo porque se trata de personas que me quieren bien.
Porque no decepciona. Porque nos hace soñar y a la vez reflexionar. Porque está escrita de una manera sencilla que es la mejor forma de explicar lo complejos que somos los humanos. Podría seguir añadiendo muchos porqués, pero para mí el más importante es el que me trasmitieron cuantos leyeron la primera edición: «La empiezas y no puedes soltarla hasta el final». Algo tendrá, yo ya me la leído varias veces y me sigue gustando.
¡Ah! También hay quien me ha comentado que la tiene como libro de cabecera, pero quizá no sirva su ejemplo porque se trata de personas que me quieren bien.
¿Cómo ha resultado el proceso de edición
y publicación con Bubok?
Perfecto. Ya tenía una primera experiencia gracias a Mi infierno eres tú y no lo dudé. Me habéis tendido la alfombra roja para hacer más confortables todos los pasos necesarios. En eso se nota la gran calidad del equipo que constituye Bubok. Y como en la novela cierro con un homenaje a Casablanca, no desaprovecharé esta entrevista para hacer lo mismo: «Creo que este es el comienzo de una hermosa amistad».
Perfecto. Ya tenía una primera experiencia gracias a Mi infierno eres tú y no lo dudé. Me habéis tendido la alfombra roja para hacer más confortables todos los pasos necesarios. En eso se nota la gran calidad del equipo que constituye Bubok. Y como en la novela cierro con un homenaje a Casablanca, no desaprovecharé esta entrevista para hacer lo mismo: «Creo que este es el comienzo de una hermosa amistad».
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