REFLEXIONES DE UN ANTIGUO AMOR
—Hoy estás
triste, mi visita te ha afligido, pero todavía eres una mujer joven, puedes
hacer muchas cosas.
—No me hagas
reír Palas. Eres muy galante, como tu padre, y te agradezco el cumplido, pero
yo ya tengo sesenta años y sé lo que me cuesta ponerme en marcha cada mañana.
Ya soy casi una realidad virtual, entre las cremas, pinturas y maquillajes,
necesito hora y media, cada día, antes de poder salir a la pista de este circo
en el que hemos convertido la vida. Y eso sin hablar de fajas, refajos, y
sujetacarnes flácidas, la fuerza de la gravedad es el demonio de los viejos.
—No seas tan
cruel contigo, yo sigo viendo a una mujer atractiva.
—Hay dos
razones por las que hombres sabéis mentir muy bien: por deseo y por caridad
—Marta se echó a reír—. Sé muy bien lo que es despertar deseo. A los hombres os
gusta la carne fresca, y yo ya estoy en la sección de congelados.
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