LA PRIMERA NOCHE
Luna sobre la playa |
—¡Venga,
coge el coche, nos vamos!
—¿A donde?
—preguntó él, no sin cierta decepción en la voz.
—Hacia La
Antilla —contestó Alba con firmeza.
Bajaron
abrazados al aparcamiento del hotel, se sentaron en el coche, el silencio
reinaba entre las cuatro ruedas. Palas empezó a inquietarse.
—¿Estás
enfadada por algo?
—No, en
absoluto —respondió ella—. ¿Parezco enfadada? —Ahora volvía a sonreír.
—Estás muy
callada.
—Estoy
pensando —contestó.
—¿En
qué?
Palas la
miró mientras conducía.
—En lo mismo
que tú. No te desvíes hacia mi hotel, sigue por la carretera.
—¿A dónde
vamos?
Palas
empezaba a animarse, estaba claro que ella no quería irse a su habitación y dar
por terminada la noche.
—¡Tú sigue!
Llegaron al
camino que habían tomado el día anterior, el que conducía a la playa de Nueva
Umbría, ella le indicó que lo tomara.
—¿Vamos a la
playa? —preguntó él.
—Sí.
Aparcaron el
coche junto a la duna, y volvieron a pisar “los jaimes” para atravesarla hasta
salir frente al mar. Esta vez no tuvieron que andar mucho, el planeta en el que
habían aterrizado no estaba habitado. Las lunas plateaban el aire que les
envolvía.
Al
principio, las dos siluetas se distinguieron sobre la arena, faltó poco tiempo
para que se fundieran en una sola.
Con las primeras luces de la alborada
volvieron al coche. El recuerdo de cuanto sucedió aquella noche en la playa,
ahora les pertenecía exclusivamente a ellos dos, y les acompañaría durante todo
el resto de su vida.
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